Si hace unos días hablábamos de la importancia de tener una buena salud visual para poder conducir, tener una salud auditiva correcta también se hace esencial para poder manejar un vehículo con todas las garantías de seguridad. En tus centros médicos GomerMedi, realizamos test auditivos en los reconocimientos médicos para la obtención del carnet de conducir, y en dichos reconocimientos, detectamos una serie de patologías que pasamos a explicarte en este blog. Y es que existen varias patologías auditivas que pueden interferir en la conducción de vehículos y que hay que tratar adecuadamente. Por un lado, la más frecuente es la hipoacusia o pérdida parcial de la audición. Puede afectar a uno o a los dos oídos y el porcentaje puede variar de un oído a otro y, por supuesto, de un individuo a otro.
Por otra parte, algunas personas sufren alteraciones del equilibrio, vértigo o inestabilidad que se deben frecuentemente a alteraciones visuales, problemas de oído o de cervicales. El Síndrome Vertiginoso, por su parte, incapacita para conducir y puede producirse por múltiples causas. Conducir en buenas condiciones físicas es fundamental para evitar posibles accidentes de tráfico. Por eso la Dirección General de Tráfico obliga a las personas que se quieren sacar el carnet de conducir, y también a aquellas que tienen que renovarlo, a someterse a una revisión médica. Revisión que mide también la capacidad auditiva.
La prueba de la capacidad auditiva se divide en tres fases:
Fase de la Anamnesis (preguntas al paciente)
Fase de la Inspección
Fase de la Audiometria
La anamnesis consiste en la realización de una serie de preguntas por parte del médico para saber el estado de la persona examinada. Las preguntas tienen el objetivo de conocer si ésta tiene alguna dificultad para oír, si oye ruidos o pitidos, si padece de vértigos o si usa audífonos. También es importante que el médico sepa si el examinado ha sido operado de algún oído o si ha sufrido algún traumatismo.
Una vez pasada la fase de la anamnesis se lleva a cabo la fase de inspección. Se trata del reconocimiento físico del pabellón auricular y del conducto auditivo externo. Se pretende comprobar si el conducto auditivo es correcto y observar que no se utilizan audífonos. Finalmente, la audiometría consiste en, a través de un audiómetro, generar varias frecuencias de sonido para que sean captados por los oídos.
El resultado de esta prueba es un índice llamado IPC, a través del cual se puede estimar la capacidad del oído para percibir sonidos en las diferentes frecuencias y así diagnosticar diferentes grados de hipoacusias.